Llorad, amigos.


Han ganado los Pacos a los Azarías,
los Montesco y Capuletos a sus hijos,
los pijos a los pajes
los violentos a los pacíficos
los guerreros a los pacifistas
los traidores a los leales
los calculadores a los entregados
los judíos a los palestinos
los camisaparda a los judíos
los judíos a los bancarios,
los de cuadra a los de encina
los conquistadores a los conquistados
los recolectores a los labradores
los chivatos a los presos
los presos a sus víctimas
los verdugos a los condenados
los arrieros a sus mulos
los mulos a los alazanes
los duques a los siervos
los aceros a los hierros
los amos a sus perros
los cerdos a sus hermanos
los neandertales a los humanos
los Josés a los joses
los caimanes a los delfines
los ahora a los fines
la pose a la verdad
los cines a los libros
los cucos a los mirlos
los cardos a los lirios
el fuego al agua
el barro al agua
el desierto al agua
la charca al mar abierto
lo falso a lo cierto
el toro a la luna
el luego al aquí
el mí al nosotros
el otro al marido
la otra a la esposa
la caja a la fosa
el caso a la cosa
el soso a la salsa
el mohoso al musgo;
porque la avaricia no es pecado
ni delito,
ni altercado recibe,
y vive en campo cercado
han ganado los demonios a los ángeles
los carpinteros a los crucificados
los empresarios a los obreros
han ganado los japoneses a los chinos
los vecinos a sus vecinos
los cainitas a los caninos
los gatos a los ratones
las hormas a los zapatos
los batos a los listos
los más tontos a los tontos
los guijarros al camino
la vierna a la cebada
la paja al trigo
el higo a la uva
el sudor al que suda
el puñal a la espada
los puñales a las espaldas
la escalada a la montaña
la bruta fuerza a la maña
la campaña a la campiña
(y tú, mujer desconsolada,
que lloras por los rincones,
apenas has visto nada
vendrán esos valentones
de calzones altos
y bajos instintos;
vendrán a lo que vienen siempre
a violar tu voluntad
tu sexo y tu destino;
son los de ayer,
los primates primitivos
los que nunca son nombres
que son siempre adjetivos
los que dividen y matan
los que nos joden y atan
y nos llevan a confesar que hemos sido nosotros
los que te aguarán la fiesta a ti, joven que sigues de siesta;
los que te dirán, anciano, que ya no sirves,
que vayas pillando la puerta;
que vives improductivo demasiado;
los que han ganado
vuelven como golondrinas
a colgar sus güevos en tus balcones
vuelven esos camastrones
a golpear su pecho y tu cabeza
vuelve la bajeza de miras
la ley de la selva
el sálvese quien pueda
los que recogen tus pertenencias
cuando te lanzan de casa
los que pasan de lo que pasa
los que arrasan en los partidos
de fútbol
esos chungos, oscuros, lacayos
esos que besan la mano que les da de comer
esas hormigas que quieren ser cigarras
esas guarras almas vendidas
al mejor postor
los jamelgos que se ponen la brida
los cipayos, los cabos de vara
los que nunca dan la cara
la yunta
de los que toman fino a caballo
los que no entienden la música
ni la poesía
ni a Picasso
ni la filosofía
ni el ocaso de los dioses
los que crearon los miedos
del hombre de la lumbre
de la lanza y el pernal
esos que van de caza
y sacrifican al toro por amor
al arte
los esclavos esclavistas,
obreros capitalistas,
nihilistas que solo creen en el dinero
porque aún tienen mente simbólica
los irracionales arracimados
en torno al amo
los que comen de su mano)
esos han ganado y nosotros perdido.

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